Yo soy el individuo
Apariciones en Radio 3 (Disco Grande) y La Ventana Pop.
Fecha: 3 de agosto de 2017.
Lugar: Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC), Sevilla.
Evento: POP CAAC. Programa doble: The Wedding Present/Nacho Camino.
Músicos:
Nacho Camino – Voz, teclados.
Rosa Rodríguez: Violín, teclados.
Fran Pedrosa: Guitarra, coros.
Jordi Gil: Guitarra.
Israel Diezma: Bajo.
Manuel Martínez: Batería, coros.
(Copiamos íntegramente la reseña que el periodista musical José Miguel Carrasco hizo del concierto del 3 de agosto en su página de Facebook Blogin inthewind)
Noche musical para recordar la que pasamos ayer en el CAAC. De lo que hicieron The Wedding Present ya tendréis cumplida cuenta mañana, cuando os enlace el artículo que he escrito sobre su concierto en “El Diario de Sevilla”, pero ahora os quiero hablar de la banda que abrió la noche, la de Nacho Camino.
Debo confesar que tenía algunas reservas en mi acercamiento al concierto de Nacho tras haberle visto en una ocasión anterior con un formato muy diferente al de anoche, que en un concierto veraniego al aire libre como éstos del ciclo Pop CAAC podía haber supuesto una autoinmolación… pero mis miedos quedaron aplastados, porque nada más comenzar me hicieron sentir como un estúpido carente de fe.
Allí estaban las inigualables paredes guitarreras de Jordi Gil y Fran Pedrosa, las preciosas melodías de Rosa Rodríguez y su violín, una base rítmica que vale su peso en oro, compuesta por un Isra Diezma que le había cambiado la guitarra a Fran por el bajo y la batería de Manuel Martínez y, sobre todo, la energía brutal y el carisma de Nacho Camino encandilando a un público que se entregaba cada vez más hasta acabar vuelto del revés. Quien crea que un bis es tan solo una cortés propina debería haber asistido al de anoche, que comenzó con Nacho, solo, sentado al piano; poco después se incorporó Rosa, su compañera en los escenarios, las aulas y la vida, para después ir entrando todos los demás músicos, que se unieron a la ceremonia para terminarla prácticamente arrojando las guitarras contra los amplificadores sobre la estela de la estrella que ya se iba apagando. No sabes, Luisa, cómo me acordé de ti… lo que hubieses disfrutado!
Explosivos, arrasadores, demoledores… adjetivos al uso, ya muy manidos, pero nunca mejor utilizados para este cantautor urbano poniendo al día su rock callejero de forma tan sorprendente. Le dan al hardcore y a la melodía porque les sale de la polla, porque toca, porque se lo pasan de puta madre… y porque saben hacerlo mejor que nadie en esta ciudad.
Nacho Camino, entre respetuoso y cachondo, volvió anoche en una de sus escasas apariciones escénicas, que deberían prodigarse mucho más que en estos conciertos anuales que ya casi se han hecho tradición cuando David Linde se pone pesado yendo tras él.
Era jueves, pero más de uno, entre este concierto y el de los Wedding Present de después, salió de la Cartuja convencido de que ya estábamos a sábado. Cuando la droga es dura, el calendario no cuenta. Y Nacho Camino es un dealer que suministra la que más alto te sube.
(Vídeos de José Manuel Rodríguez Madrid)
(Vídeo de Manuel Rodríguez)
Nacho Camino
Una trampa para pájaros
1. La tierra quemada
2. Kalenda Maya
3. Membrana
4. Una trampa para pájaros
5. Dios estuvo aquí
Nacho Camino: voz, piano, coros.
Rosa Rodríguez: violines.
Fran Pedrosa: guitarras, palmas, bajo en “Dios estuvo aquí”.
Jordi Gil: batería, percusiones, palmas.
Coros en “Kalenda Maya”: Nacho Camino, Jordi Gil y Adolfo Langa.
Letra y Música: Nacho Camino, excepto “La tierra quemada” (Letra: N. Camino/Óscar Aguado: Música: N. Camino) y “Membrana” (Letra: Juan Manuel Romero. Música: N. Camino).
“Membrana” incluye dos samples de la B.S.O. de “Los santos inocentes”, de Antón García Abril.
“La tierra quemada” incluye fragmentos del poema “El viejo Bill Callahan”, del libro de Carso Waters (Óscar Aguado) “Traducción de los perros de Omaha” (Ediciones Canalla, 2014).
“Membrana” está compuesta a partir del poema nº 18 de “Desaparecer”, de Juan Manuel Romero (Pre-Textos, 2014).
Arreglos y programaciones: Nacho Camino.
Producido por Jordi Gil.
Grabado, mezclado y masterizado por Jordi Gil en Sputnik Grabaciones Estelares. Enero de 2017.
Asistentes de grabación: Israel Guerra y Enrique 3K Navarrete.
Diseño gráfico: Manuel Muñoz.
Juan Manuel Romero (Sevilla, 1974) es un poeta, profesor y crítico literario con siete libros publicados y apariciones en otras tantas antologías. Cuenta con varios premios, entre ellos el prestigioso «Emilio Prados» y el de Poesía Joven de Radio 3. Actualmente, es uno de los puntales poéticos de la excelente editorial Pre-Textos, aunque también ha publicado con DVD Ediciones y Renacimiento. Ha publicado reseñas y artículos de crítica literaria en revistas como El Maquinista de la Generación, Clarín, Quimera, Cuadernos hispanoamericanos, Paraíso, Turia, Poesía Digital, Nayagua, Ex-Libris, Estación Poesía, Azul, y Mercurio, además de en los suplementos culturales de los periódicos El Correo de Andalucía, El Diario de Andalucía y El Diario de Sevilla. Ha traducido poemas de Henri Cole y Thom Gunn.
Esta es la reseña que nos ha enviado del próximo trabajo de Nacho Camino, en el que tiene, por cierto, una colaboración especial. Gesto que le agradecemos profundamente.
UNA TRAMPA PARA PÁJAROS
El nuevo EP de Nacho Camino se titula Una trampa para pájaros y está compuesto por cinco magníficas canciones, intensas y con personalidad, que hablan de la fragilidad de la existencia sin soslayar las emboscadas que esperan en un recodo del sendero. Por eso, más que colocar falsos apósitos, cada tema es una llamada a mirar directamente el peligro, el daño y la fugacidad. Registrado en los estudios Sputnik de Jordi Gil, supone un giro enérgico e interesante en la trayectoria del músico asturiano afincado en Sevilla. Nacho Camino (Oviedo, 1972), cantante y compositor considerado una de las últimas revelaciones del indie nacional por su álbum Nunca hemos sido modernos (2014), grabado junto a la banda El General Invierno, al que siguió el EP El espíritu nacional, incorpora a la elegancia y la ironía de esos trabajos un enfoque más rotundo y arriesgado. Con una sonoridad que alcanza trances furibundos, la música nos adentra en una cueva abrupta, en una oscuridad a la que el que escucha no puede dejar de bajar, temblando y fascinado.
Las piezas de este cepo funcionan con una precisión letal. Los cinco temas, profundos y turbadores, muestran paisajes desolados a golpe de percusión vigorosa e intensa como hachazos en un árbol centenario. La voz hace de la melancolía y la rabia un territorio propio que limita por un lado con la pesadilla y por el otro con la ternura y el ansia de verdad. Entre fogonazos descarnados y remansos melancólicos, la melodía se retuerce, en su fondo electrónico, para morder mejor, como una serpiente a la que le cierran el paso. El violín de Rosa Rodríguez (El General Invierno), la guitarra de Fran Pedrosa (Pinocho Detective, All La Glory y El General Invierno), la batería de Jordi Gil (a la vez que hace un excelente trabajo en la mesa de grabación) y la voz, el piano y las programaciones del propio Nacho Camino crean una atmósfera saturada y densa, llena de detalles luminosos, cuyo objetivo es acercarnos a una belleza parecida a un acantilado.
“La tierra quemada”, con un arranque casi industrial, encuentra su cauce en una cuidada corriente sonora, envolvente y áspera, que transcurre entre hogueras. Los acordes del piano acompañan un baile entre los restos de un mundo calcinado; un baile que, gracias a ese piano, todavía es posible.
“Membrana”, cuya letra se basa en un poema de Desaparecer, último libro de Juan Manuel Romero, insiste en esa atmósfera siniestra y destructiva a través de una voz amenazante por momentos, que se atreve a tocar con las manos mojadas un cable pelado: las sobrecogedoras descargas eléctricas darán paso al aullido de un viento que viene a dejarnos el corazón completamente blanco.
“Kalenda Maya” es quizá la pieza con el ritmo más terco y acelerado. Entonando el estribillo como si fuera un himno de guerra, al que da realce un violín estremecedor, dan ganas de salir a cazar un jabalí con un cuchillo o de pegarse hostias con los mozos del pueblo.
La letra de “Una trampa para pájaros” es cruel y amarga, rústica y auténtica. La hermosa melodía te atrapa con delicadeza para volverse después un latigazo inesperado, con el violín y la guitarra eléctrica en un momento extrañamente crudo, y un estribillo sofocante al que pone el piano unas escuetas notas que nos seducen para atraernos a la intemperie de lo que somos.
Por último, “Dios estuvo aquí” es una tregua, un descanso merecido. Pero un descanso en el que suenan disparos y voces fantasmales, y donde una voz dulce habla de la ruina del cielo. La mezcla de falta de luz que describen las palabras y la calma y la limpieza que aportan los instrumentos logra una canción que nos enseña a morir (es decir, a vivir intensamente). Una canción maravillosa y oscura, que toca lo tremendo sin resbalar en lo tremebundo, dura y tierna: verdadera.
Como el joven Brueghel, Nacho Camino pinta con trazo firme un lienzo singular y emocionante, dejando en primer plano el engaño de los días y la ferocidad de lo real. En un tiempo de hedonismo y risas enlatadas, Una trampa para pájaros enriquece el pop de la escena alternativa con gotas de folk gótico y electrónica con hambre de metafísica: armónicos de conciencia desbordada. Una invitación a la vida sin paliativos. Una propuesta en el fondo de radical vitalismo, que termina sacándonos a bailar, aunque sea bajo una tormenta de lluvia ácida.