Sevilla Disonante reseña «Caballo de Troya» y «Secreto Ibérico»

Crítica completa

Yo siempre había asociado a Nacho con el entorno de Nick Cave, pero con este Caballo de Troya podemos localizar un parentesco más entre Neil Hannon y Jarvis Cocker, dos irónicos pensadores obsesionados con la narración. Y eso, la narración es lo que prima en ellas; el mordisco lo tenemos sobradamente en los textos de Nacho, que al igual que hacía Thomas Bernhard, protagonista de una de las canciones, es capaz de encontrar la risa en la oscuridad. Nadie como Nacho Camino es capaz de convertir su mezcla de amor y odio en la clave de todo lo que escribe.

No estamos observando el dolor desde lejos tanto como siendo invitados a experimentarlo crudamente. La voz de Nacho se mueve entre la fragilidad, el sarcasmo y el desafío; sus frases tristes recuerdan tanto a William Blake como a Leonard Cohen o Scott Walker. No sé si Secreto ibérico es en parte disco, en parte confesionario catártico, pero para estar lleno de descartes lo que Nacho ha logrado aquí no es poca cosa: una muy buena obra que fusiona la experimentación y la libertad de sus otras obras más conocidas con las canciones más tiernas que no sabíamos que era capaz de hacer. Esto también es solo rock and roll, pero me gusta… y me llega hasta el alma.

                                                                           José Miguel Carrasco

 

POP CAAC 2017

 

Fecha: 3 de agosto de 2017.

Lugar: Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC), Sevilla.

Evento: POP CAAC. Programa doble: The Wedding Present/Nacho Camino.

Músicos:

Nacho Camino – Voz, teclados.

Rosa Rodríguez: Violín, teclados.

Fran Pedrosa: Guitarra, coros.

Jordi Gil: Guitarra.

Israel Diezma: Bajo.

Manuel Martínez: Batería, coros.

(Copiamos íntegramente la reseña que el periodista musical José Miguel Carrasco hizo del concierto del 3 de agosto en su página de Facebook Blogin inthewind)

Noche musical para recordar la que pasamos ayer en el CAAC. De lo que hicieron The Wedding Present ya tendréis cumplida cuenta mañana, cuando os enlace el artículo que he escrito sobre su concierto en “El Diario de Sevilla”, pero ahora os quiero hablar de la banda que abrió la noche, la de Nacho Camino.

Debo confesar que tenía algunas reservas en mi acercamiento al concierto de Nacho tras haberle visto en una ocasión anterior con un formato muy diferente al de anoche, que en un concierto veraniego al aire libre como éstos del ciclo Pop CAAC podía haber supuesto una autoinmolación… pero mis miedos quedaron aplastados, porque nada más comenzar me hicieron sentir como un estúpido carente de fe.

Allí estaban las inigualables paredes guitarreras de Jordi Gil y Fran Pedrosa, las preciosas melodías de Rosa Rodríguez y su violín, una base rítmica que vale su peso en oro, compuesta por un Isra Diezma que le había cambiado la guitarra a Fran por el bajo y la batería de Manuel Martínez y, sobre todo, la energía brutal y el carisma de Nacho Camino encandilando a un público que se entregaba cada vez más hasta acabar vuelto del revés. Quien crea que un bis es tan solo una cortés propina debería haber asistido al de anoche, que comenzó con Nacho, solo, sentado al piano; poco después se incorporó Rosa, su compañera en los escenarios, las aulas y la vida, para después ir entrando todos los demás músicos, que se unieron a la ceremonia para terminarla prácticamente arrojando las guitarras contra los amplificadores sobre la estela de la estrella que ya se iba apagando. No sabes, Luisa, cómo me acordé de ti… lo que hubieses disfrutado!

Explosivos, arrasadores, demoledores… adjetivos al uso, ya muy manidos, pero nunca mejor utilizados para este cantautor urbano poniendo al día su rock callejero de forma tan sorprendente. Le dan al hardcore y a la melodía porque les sale de la polla, porque toca, porque se lo pasan de puta madre… y porque saben hacerlo mejor que nadie en esta ciudad.

Nacho Camino, entre respetuoso y cachondo, volvió anoche en una de sus escasas apariciones escénicas, que deberían prodigarse mucho más que en estos conciertos anuales que ya casi se han hecho tradición cuando David Linde se pone pesado yendo tras él.

Era jueves, pero más de uno, entre este concierto y el de los Wedding Present de después, salió de la Cartuja convencido de que ya estábamos a sábado. Cuando la droga es dura, el calendario no cuenta. Y Nacho Camino es un dealer que suministra la que más alto te sube.

 

 

 

 

(Vídeos de José Manuel Rodríguez Madrid)

 

(Vídeo de Manuel Rodríguez)

«Una trampa para pájaros» según Juan Manuel Romero

Juan Manuel Romero (Sevilla, 1974) es un poeta, profesor y crítico literario con siete libros publicados y apariciones en otras tantas antologías. Cuenta con varios premios, entre ellos el prestigioso «Emilio Prados» y el de Poesía Joven de Radio 3. Actualmente, es uno de los puntales poéticos de la excelente editorial Pre-Textos, aunque también ha publicado con DVD Ediciones y Renacimiento. Ha publicado reseñas y artículos de crítica literaria en revistas como El Maquinista de la Generación, Clarín, Quimera, Cuadernos hispanoamericanos, Paraíso, Turia, Poesía Digital, Nayagua, Ex-Libris, Estación Poesía, Azul, y Mercurio, además de en los suplementos culturales de los periódicos El Correo de Andalucía, El Diario de Andalucía y El Diario de Sevilla. Ha traducido poemas de Henri Cole y Thom Gunn.

Esta es la reseña que nos ha enviado del próximo trabajo de Nacho Camino, en el que tiene, por cierto, una colaboración especial. Gesto que le agradecemos profundamente.

 

UNA TRAMPA PARA PÁJAROS

El nuevo EP de Nacho Camino se titula Una trampa para pájaros y está compuesto por cinco magníficas canciones, intensas y con personalidad, que hablan de la fragilidad de la existencia sin soslayar las emboscadas que esperan en un recodo del sendero. Por eso, más que colocar falsos apósitos, cada tema es una llamada a mirar directamente el peligro, el daño y la fugacidad. Registrado en los estudios Sputnik de Jordi Gil, supone un giro enérgico e interesante en la trayectoria del músico asturiano afincado en Sevilla. Nacho Camino (Oviedo, 1972), cantante y compositor considerado una de las últimas revelaciones del indie nacional por su álbum Nunca hemos sido modernos (2014), grabado junto a la banda El General Invierno, al que siguió el EP El espíritu nacional, incorpora a la elegancia y la ironía de esos trabajos un enfoque más rotundo y arriesgado. Con una sonoridad que alcanza trances furibundos, la música nos adentra en una cueva abrupta, en una oscuridad a la que el que escucha no puede dejar de bajar, temblando y fascinado.

Las piezas de este cepo funcionan con una precisión letal. Los cinco temas, profundos y turbadores, muestran paisajes desolados a golpe de percusión vigorosa e intensa como hachazos en un árbol centenario. La voz hace de la melancolía y la rabia un territorio propio que limita por un lado con la pesadilla y por el otro con la ternura y el ansia de verdad. Entre fogonazos descarnados y remansos melancólicos, la melodía se retuerce, en su fondo electrónico, para morder mejor, como una serpiente a la que le cierran el paso. El violín de Rosa Rodríguez (El General Invierno), la guitarra de Fran Pedrosa (Pinocho Detective, All La Glory y El General Invierno), la batería de Jordi Gil (a la vez que hace un excelente trabajo en la mesa de grabación) y la voz, el piano y las programaciones del propio Nacho Camino crean una atmósfera saturada y densa, llena de detalles luminosos, cuyo objetivo es acercarnos a una belleza parecida a un acantilado.

“La tierra quemada”, con un arranque casi industrial, encuentra su cauce en una cuidada corriente sonora, envolvente y áspera, que transcurre entre hogueras. Los acordes del piano acompañan un baile entre los restos de un mundo calcinado; un baile que, gracias a ese piano, todavía es posible.

“Membrana”, cuya letra se basa en un poema de Desaparecer, último libro de Juan Manuel Romero, insiste en esa atmósfera siniestra y destructiva a través de una voz amenazante por momentos, que se atreve a tocar con las manos mojadas un cable pelado: las sobrecogedoras descargas eléctricas darán paso al aullido de un viento que viene a dejarnos el corazón completamente blanco.

“Kalenda Maya” es quizá la pieza con el ritmo más terco y acelerado. Entonando el estribillo como si fuera un himno de guerra, al que da realce un violín estremecedor, dan ganas de salir a cazar un jabalí con un cuchillo o de pegarse hostias con los mozos del pueblo.

La letra de “Una trampa para pájaros” es cruel y amarga, rústica y auténtica. La hermosa melodía te atrapa con delicadeza para volverse después un latigazo inesperado, con el violín y la guitarra eléctrica en un momento extrañamente crudo, y un estribillo sofocante al que pone el piano unas escuetas notas que nos seducen para atraernos a la intemperie de lo que somos.

Por último, “Dios estuvo aquí” es una tregua, un descanso merecido. Pero un descanso en el que suenan disparos y voces fantasmales, y donde una voz dulce habla de la ruina del cielo. La mezcla de falta de luz que describen las palabras y la calma y la limpieza que aportan los instrumentos logra una canción que nos enseña a morir (es decir, a vivir intensamente). Una canción maravillosa y oscura, que toca lo tremendo sin resbalar en lo tremebundo, dura y tierna: verdadera.

Como el joven Brueghel, Nacho Camino pinta con trazo firme un lienzo singular y emocionante, dejando en primer plano el engaño de los días y la ferocidad de lo real. En un tiempo de hedonismo y risas enlatadas, Una trampa para pájaros enriquece el pop de la escena alternativa con gotas de folk gótico y electrónica con hambre de metafísica: armónicos de conciencia desbordada. Una invitación a la vida sin paliativos. Una propuesta en el fondo de radical vitalismo, que termina sacándonos a bailar, aunque sea bajo una tormenta de lluvia ácida.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Crítica de NHSM en 8 pistas

8 pistas

Poética melancolía que nos mira de reojo desde su peldaño solitario y altivo, a la vez que sueña con multitud de abrazos y miradas furtivas apasionadas y cómplices.

Si tuviera que definir la música de Nacho Camino sería algo así. Una realidad desfigurada, que se entremezcla con los sueños de un niño pequeño que ha tenido que crecer rápido al ver la desconsolada soledad que le rodea. Un animalillo herido que sigue adelante bajo la eterna bandera de la belleza espiritual, creyéndose poseedor de un don por muchos conocidos pero que pocos llegan a entender.

El señor Nacho Camino llegó a mí una fría tarde de invierno, cuando lo vimos telonear por primera vez a Zico en la Sala Cero Teatro. De eso puede que hayan pasado ya un par de años. He de reconocer que me engancharon con sus cuentos narrados en forma de piezas musicales. Recuerdo haberme dejado llevar por las teclas del piano mientras miraba absorto como se movía el arco por las cuerdas del violín de la señorita Rosa Rodríguez.

Desde entonces no he tenido, a mi pesar, noticias de ellos hasta que hace unos meses presentaban para mi sorpresa y regocijo un largo y un EP casi simultáneamente. El EP de 4 canciones titulado El espíritu nacional, según podía leer en una entrevista, eran los temas que por cuestiones estéticamente musicales no habían podido entrar en el largo, aunque dicho sea de paso, el tema “Nosotros” si que se incluye en Nunca hemos sido modernos, que es como se llama su LP.

Faltó tiempo para que me pusiera a escuchar ansioso sus nuevas composiciones. Y es que si algo me caracteriza es que comparto completamente la filosofía musical de Nacho Camino: “En cuanto a influencias directas, no se me ocurre ninguna en particular. Bach, Beatles, Brel, Beach Boys, Baker… Y eso si sólo hablamos de los que empiezan por B”.

En este escrito, por acotar un poco las posibles ramificaciones subjetivas, vamos a centrarnos en su largo, aunque recomiendo encarecidamente que si os gusta lo que leéis y os animáis a escucharlo o adquirirlo, os hagáis también con El Espíritu Nacional, ya que es el complemento perfecto a su obra. En mi humilde opinión son los 4 temas más clásicos en cuanto a ritmos pop. Donde no se investiga tanto y se deja pasar a la sensibilidad de unas letras más profundas y a la vez más juguetonas con las temáticas, centradas eso sí en la visión personal e introspectiva del amor y la pareja.

Pero centrémonos en Nunca hemos sido modernos. Lo primero es advertir que “Political Incorrectness”, tema que abre el disco, no es ni mucho menos lo que os vais a encontrar en el resto de temas. En contra de lo que estamos acostumbrados, este disco es todo un ejercicio en contra del tedio, la languidez y la monotonía. Un ensayo sobre la versatilidad de lo que creemos estipulado. Por tanto, lo que os vais a encontrar es pop, cierto y verdad, pero un pop que se difumina entre viñetas de Heinz Edelmann o la banda sonora española (si existiera) de películas como Mind Games de Maasaki Yuasa.

Hay temas que te harán mover la cabeza mientras entrecierras los ojos soñando con parques infinitos y columpios que se elevan hacia el cielo como “Las muchachas sin corazón”, y en otros te encontrarás agarrándote el corazón fuertemente mientras las sombras del pasillo se mueven sigilosamente y tu única salida es cantar a voz en grito ese estribillo que se te ha metido hasta el fondo de tu cerebro: “Nosotros”.

A estas alturas ya estas vendido. Has llegado al punto de no retorno, ese en el que te sientes tentado a darle al repeat en cada canción. Pero te relajas, te sorprendes, te alegras por habernos hecho caso y sigues escuchando porque “Nunca hemos sido modernos” viene sutil, cargado de significado y con unos timbales de fondo que harán que “repiquen tus huesos”.

Pero como ya intentamos explicar al inicio de este escrito, el disco es un reflejo de un alma que lucha por escabullirse del tedio y se sumerge en la belleza literaria y musical que le rodea, lo que desgraciadamente no la libera de lidiar con la crudeza del día a día. Sin embargo, en lugar de luchar contra ella, la asimila, la interioriza y es capaz de sacarte un tema como “Rose”, personal como pocos.

Cualquier ensayo que se precie debe vanagloriarse de tocar los máximos palos posibles sin perder el sentido de la obra. Es quizás este otro de los puntos fuertes del disco, que de repente nos encontremos con temas corales como “Yo que he servido a la Reina de Inglaterra”, con mensaje bajo la superficie.

En cierto punto, me da pena que las palabras pierdan su significado cuando su uso masivo las despoja de toda intención, y es lo que ha ocurrido con la palabra indie. Pero temas como “Éramos tan felices” podrían entrar fácilmente en la definición primigenia de pop indie. Para ser desvergonzadamente plagiado a la española en “La revolución francesa”. Una caricatura de sí mismos que se esconde bajo un manto de magistral instrumentación. Fruto de la unión de musicazos como Fran Pedrosa a la  guitarras y coros, Pedro Ortega al bajo y coros y Manuel Martínez en la batería y coros.

Un espejo que mira atrás a la vez que refleja sin miramientos la imagen más fiel a ti es “Teresa”, el corte con el que se termina el disco. Una amalgama de sonidos cuidados con mimo, puestos en su sitio con medida exactitud para crear algo único, visceral y a la vez universal. Un coro de voces e instrumentos que bajo el paraguas del violín y la superposición crean una atmósfera que curiosamente cubre todo pero que a la vez deja un sentimiento de soledad palpable y sincera.

Delicada poesía trasnochada, de cigarrillo y cristal mojado, tiernamente cubierta con una dulce melodía musical que difumina la realidad para que por un ratito todo parezca  algo más bello.

Dr Charles

Crítica de NHSM en Revista Distopía

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Nacho Camino y General Invierno nos presentan su nuevo trabajo, Nunca hemos sido modernos, un disco que aúna sonidos clásicos con las últimas tendencias del pop.

Si interpretamos la música como una actitud ante la vida, Nunca hemos sido modernos es una auténtica declaración de intenciones. Su espíritu, su filosofía y su intrahistoria así lo demuestran. El resultado es una lista de canciones que tratan de reivindicar el principio ético del autor: construir desde los clásicos para plantarle cara al todo vale que ignora los referentes.

Evidentemente, trabajos como este no surgen de la nada. Hace tres años Nacho Camino, compositor, vocalista y alma mater del grupo, comenzó a trabajar en sus propias canciones. El empuje de Fran Pedrosa (Pinocho Detective) le animó a trasladar a formato banda los temas, cuyas maquetas habían logrado ya ser finalistas del concurso de Radio 3 Contempopranea. Para esta empresa, reclutaron al batería Manolo Martínez (Souther Arts Society y Los Gañafotes), al bajista Pedro Ortega (ProyectoeLe) y a la violinista Rosa Rodríguez, que completan el quinteto de Nacho Camino y General Invierno. Poco a poco, los conciertos empezaron a salir y las maquetas a tener recorrido, con actuaciones en diferentes salas sevillanas.

A todo este bagaje le han dado ahora forma de disco (a la espera de sello discográfico) de la mano del productor Jordi Gil. “Jordi es afín a nuestro mundo musical y un verdadero audiófilo”, nos cuenta Nacho Camino, que nos explica lo difícil que es hacer una buena canción. “Sonar bien se identifica ahora con sonar fuerte, pero para tener un gran tema deben confluir muchos factores y evitarse tópicos: hay que llevar las canciones preparadas, tener un gran entendimiento musical con quienes compartes estudio, fluir la magia… es un proceso azaroso”.

No es tan explícito Nacho cuando habla de sus influencias musicales. Salen nombres tan dispares como Lou Reed, Bach o los Beach Boys, pero deja claro que, pese a la formación clásica y a la variedad, es difícil decir de qué hilos tira. Lo que sí está claro es que la música tiene un lugar preeminente sobre las letras: “En el 70% de las canciones se ha hecho la música antes que la letra, ajustándose estas a la música”.

Pero pese a lo dicho por el autor, las letras tienen una gran importancia en el disco. Densas y trabajadas, tratan de evitar los temas propios del pop para abrir nuevas vías. Así, los asuntos políticos y sociales se mezclan con lo personal, uniendo el plano individual y colectivo. Se crean historias particulares extrapolables a lo general, alternándose lo poético con una fina vena satírico-humorística. Indudablemente, son algo más que un mero acompañamiento de la música. Temas como “Nosotros”, sátira de la Unión Soviética contada a través de la experiencia personal de un músico, acaban marcando un tono distópico donde música y letra confluyen para expresar las ideas y la personalidad del autor.

Pero el disco no queda ahí. La conexión del grupo con el cine clásico, las correspondencias con Boadella, los guiños a Rabal, las voces de Sartre, la letra de Luis Alberto de Cuenca (“Political Incorrectness”) y un sinfín más de detalles acaban por labrar una obra de artesanía donde el artista y su grupo han plasmado su posición ante el mundo. Una posición basada en el compromiso, la dedicación y la admiración de los clásicos. La consecuencia, un disco comprometido donde arte y música es un binomio imposible de separar.

Francisco Huesa (Revista Distopía)

Eargasm web: crítica de «Nunca hemos sido modernos», por Xavi Bruguera

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Crítica de Xavi Bruguera en Eargasm Web

Llega a nuestras manos una copia del que podría resultar la enésima mutación del indie pop nacional. A continuación desgranamos el último trabajo de Nacho Camino y el General Invierno:  “Nunca hemos sido modernos”.

Nacho Camino: voz, coros, piano, sintetizador, violonchelo, sampling.
Fran Pedrosa: guitarras, coros, armónica.
Rosa Rodríguez: violín, coros, sintetizador.
Pedro Ortega: bajo, coros.
Manuel Martínez: batería, coros.

Producido por Jordi Gil.

Tan dulce como una brisa primaveral que acaricia tus mejillas; tan punzante como un clavo ardiendo.

Ese es Nacho Camino: Romántico, crítico, sosegado, desvergonzado y cristalino. Sin pelos en la lengua y con un discurso crítico y cáustico, este asturiano afincado en Sevilla desnuda su mente y nos la trae envuelta en pequeños pergaminos que desatan el perfil revolucionario y lenguaraz de un tipo que no se esconde tras sus letras. Un brebaje que mezcla la crítica social desde un punto de vista analítico, con un toque romántico y esperanzador.

“Nunca hemos sido Modernos”, producido por Jordi Gil (Sr Chinarro, Maga…) no pretende dar lecciones pero si consejos. Principios y desengaños por encima de sermones y cátedras. No hay canción en todo el disco que no haya pasado por el obrador. Y es que las letras del trabajo de Nacho Camino y General Invierno rezuman artesanía por los cuatro costados. Orfebrería pura y poesía hecha música expresada mediante 10 canciones que casan a la perfección con sonidos que huyen del pop convencional y que suponen la enésima mutación del indie más lírico.

Nacho Camino y General Invierno recuerdan a Mishima en su ejecución, en los vocales y en el fondo de sus canciones. Su trabajo da fe de ello y ejemplifica el buen momento por el que pasa el género en nuestro país.

Crítica del concierto en la Sala Cero (Sevilla)

Nacho Camino & General Invierno, Sevilla 25/04/2013. Sala Cero.

En petit comité, comienza un concierto que promete contarnos cuentos maravillosos, con la innegable magia de una música etérea e imaginativa, que sólo pueden transmitir unos grupos llenos de pasión e ilusión.

Nacho Camino & General Invierno es una banda sevillana formada en Octubre de 2011. Los integrantes son el propio Nacho Camino (voz, teclados, sampling), Francisco Pedrosa (guitarra, coros), Rosa Rodríguez (violín, teclados, coros), Pedro Ortega (bajo, coros) y Manuel Martínez(batería).

Lo que más llama la atención nada más empezar el concierto, es el sonido del violín. Un sonido que nos susurra ¿Quién va a recoger este montón de cenizas? (Las muchachas sin corazón).  Un tema alegórico a todas esas mujeres crueles sin corazón que nos dejan para el arrastre y que, la verdad, para mí, que no le importan nada.

Lo que en ese tema aparecía como un cuento de tintineos y campanillas, en Santa teresa nos llega con fuerza y espíritu. Rosa y su violín le dan un toque coral a unos temas ya de por sí llenos de sentimientos, en los que la voz profunda de Nacho da la serenidad justa y necesaria para que te creas cualquier cuento. Esta voz se agradece, ya que consigue alejarnos de las prisas e inquietud que nos rodea.

Con “Nosotros” llega la realidad, con versos al compás de un ritmo marcado por el boulevard parisino trasnochado y tránsfuga. Con versos como “saluda a la cámara, camarada” y “pregúntale a tu centinela que es lo que te espera ahí fuera” son capaces de embelesarnos e hipnotizarnos. Son palabras sencillas pero muy emotivas, y acompaña a la perfección una instrumentación conseguida y preciosista.

En general, los temas suenan a los años 80 y la melodía silbada de las películas de western que todos hemos visto alguna vez, no hacen más que atestiguar la impresión que nos hemos llevado.  “John Wayne” es uno de los temas más originales que hemos escuchado últimamente. ¿Qué pensarías de un tema dedicado a este tipo con música lenta y romántica?. Pues lo dicho, original y curioso a partes iguales. Armónica y sólo de guitarra enfocados a la tierna inocencia, en vez de a la ruda memoria del personaje.

“El espíritu nacional” es uno de esos tema indie de letra sencilla pero música compacta y cuidada que tarareas una y otra vez. Y con “Yo que he servido a la reina de Inglaterra” se pretende hacer escuchar a todos aquellos que promueven el “todo vale” que parece propagarse como la pólvora hoy día. Tiene aire a tema revolucionario y cantado en las calles. Te enciende y te entristece a partes iguales.

Un fin de fiesta a lo grande con “Nunca hemos sido modernos”. La combinación mágica de una versatilidad instrumental combinada con una historia a medio camino entre la realidad y la ficción.

1erbis “Todos tendréis primavera”, que trata de los efectos colaterales de una revolución en una pareja donde ella “lee de sol a sol y algunas noches también”. Tema con letra tirando a la psicodelia pero con una pátina de cotidianidad. La inclusión de gritos revolucionarios y sonidos callejeros quedan genial en este tema, dotándolo de profundidad y cuerpo.

Destacar el sonido coral conseguido por la banda en su corta vida, de momento. En resumen, me han gustado mucho y habrá que seguirles la pista.

Fragmento de una crítica recogida en el blog  8 pistas.