Despunta una nueva ley educativa – con muchas sombras, pero también con alguna luz – y resulta que el centro del debate lo ocupa la insufrible “cuestión lingüística”. La política, de nuevo, sojuzgando cualquier análisis que tenga que ver con la enseñanza en sentido estricto. Asombra ver cómo una demanda tan razonable como es garantizar un derecho constitucional se convierte en una coartada para agitar los espectros franquistas, ultramontanos y hasta carpetovetónicos. Dice Rubalcaba que el ministro Wert quiere “imponer una ideología de derechas”, como si su partido no hubiera empleado el monopolio pedagógico a mayor gloria de sus propias ideas. Ocurre, claro, que las suyas son de izquierdas, y, por lo visto, ese es el lado de la cama en el que mejor arropar a las sucesivas generaciones de niños y adolescentes. La frase del mentor de la LOGSE delata una concepción espuria de la enseñanza, puesto que le sobra el complemento nominal. Si a Don Alfredo le importase de veras el estado en que su partido ha dejado la enseñanza pública, se limitaría a consignar que el PP pretende imponer “una ideología”, a secas; sin necesidad de matizar el sesgo que pudiera agregarse a esa terrible imposición.
Pero lo más curioso es que al líder socialista no le parezcan más “de derechas” los argumentos esgrimidos por los políticos catalanes, trufados de loas a la “unidad identitaria” y la “voluntad del pueblo”, y en los que nunca se tiene en cuenta la garantía de libertad que supone el respeto a las minorías. Resulta particularmente insólito que no detecte en esas actitudes los resabios autoritarios que sí es capaz de señalar en la timorata propuesta de Wert, tan prudente y respetuosa con la lengua autonómica como baldía en su intento de restituir el derecho de los estudiantes catalanes a escolarizarse en español. El mismo hombre que habla de “radicalismo reformista” para enderezar el rumbo de su partido, considera un “atentado contra Cataluña” el hecho de que se cumplan las sentencias del Constitucional y el Supremo, lo cual, sin duda, es una forma de conducirse radicalmente antidemocrática.
Claro que al victimismo catalanista no le faltan intelectuales que aporten su ilustrado escolio al texto wertiano. El FC Barcelona, capitaneado por el eminente filólogo Carles Puyol, ya ha manifestado que “la lengua catalana y su enseñanza en las escuelas forma parte de nuestra identidad y es un elemento esencial para la cohesión social y la convivencia de nuestro pueblo. Por este motivo, el FC Barcelona se pone al servicio del país, como ha hecho a lo largo de su historia, para defender nuestra cultura y nuestra identidad.” Lo mismo, poco más o menos, han declarado los representantes del Joventut de Badalona. Uno pensaba que el Barça y La Penya eran, mayormente, equipos de fútbol y de baloncesto. Pues no: por lo que se ve, también son expertos en redactar comunicados que no desentonarían en un NODO de los años 50.
El caso es que, mientras tremolan las banderas y nos hierve la sangre del terruño, el foco deja de iluminar aquellos aspectos que guardan alguna relación con la enseñanza genuina. Todo lo que importa de este negociado estatal es aquello que pueda destruir al adversario, en tanto se experimentan graciosas ingenierías sociales a costa del contribuyente. Y aquí, Sr. Rubalcaba, debe usted admitir que, como buen químico, han sido usted y los suyos los que hasta ahora han tenido la potestad y el privilegio de jugar con las probetas.
Y no sólo han creado un monstruo, sino que, encima, les gusta.
Soc de la Penya, ho sento si aixo te emprenya.
Qué va… A mí también me gustaba mucho, aunque yo era más del Cotonificio… 🙂
Muy buen análisis de estas polémicas artificiales q hastían nuestro día a día por parte de estos politicuchos. Es insufrible la actitud de los nacionalismos que no aceptan otro credo y opinión que el suyo propio. La educación, nuestro bien más preciado para la convivencia y desarrollo como país, las libertades de docentes, padres y alumnos, no pueden verse amordazas en ningún lugar de España por tristes experimentos sociólogicos que sólo buscan la confrontación y la diferencia entre iguales. El señor Wert, en este caso, ha querido ser garante de un derecho amparado por nuestra Constitución. Pero qué esperamos de estos nacionalismos que sólo se rigen por su Mein Kampf particular… España, agoniza el 2012 y así nos va.
Pd. Gracias al PSOE por ser tan «consecuente» con el voto de los emigrantes andaluces, extremeños y de cualquier otra comunidad no sospechosa de creernos algo tan distinto a los demás españolitos de a pie.
Magnífico estilo, pobre idea. Nacho: Rubalcaba no existe. Es fruto de tu imaginación. ¿De qué estás hablando? Existió como covachuelista, como Fouché socialista, pero como candidato heredero de un padre adoptivo como José Luis Rodriguez Zapatero, el manso, no existe. Ya habrá tiempos mejores para el socialismo.
Sobre si son filósofos, politólogos, filólogos o estetas torrentianos en general, es irrelevante. Lo importante es la palabra, la letra, la voz. Si una voz calentita habla, las orejas frías escuchan. Mientras buscamos el norte o el sur mirando al sol, otros corren con la pasta, que acaba de salir del cazo.
Sobre Wert, sólo decir que es tan personal que se le ama, se le odia o se le torea, como creo que será lo que le está pasando en su reunión de más alto rango. Más que astado, es un santo niño cruzado, mártir a priori. No creo que llegue a ser un fuchelar (o Fouché popular).
Un saludo.
Basta con analizar los saberes que se consideran fundamentales y la forma en que se transmiten para deducir la concepción del ser humano que tiene una sociedad, para tener una idea bastante aproximada de cuáles son sus prioridades. Así encontramos civilizaciones que han primado lo espiritual sobre cualquier otro tipo de inquietud o necesidad humana, y otras que han antepuesto la subsistencia y la satisfacción de las necesidades materiales sobre las manifestaciones artísticas o místicas, o que han concedido mayor importancia al arte que a la religión o la tecnología.
Todas ellas tuvieron su momento de grandeza, aquel de máximo desarrollo de la opción elegida. Valgan como ejemplos la seguridad y el bienestar material logrados por el Imperio Romano, el esplendor artístico de la Grecia de Pericles o la espiritualidad que impregnó la Baja Edad Media y se plasmó en la construcción de las catedrales. Todas ellas, también, declinaron y desaparecieron víctimas de sus excesos, del desprecio o la poca atención a los otros componentes de lo humano.
Esto debería hacernos reflexionar sobre nuestra sociedad y su futuro, sobre la ideología que la soporta, que no ve más allá del aumento de comodidades y seguridades, la acumulación de cosas y la preservación y prolongación de la vida. Una sociedad cuya cosmología carece de trascendencia y de poesía, que concibe al ser humano como un accidente afortunado en una evolución ciega, en una batalla perdida contra el triunfo final de la entropía. Una sociedad que sacia pero que no alimenta, que entretiene pero no satisface, que alegra pero que no proporciona la felicidad.
Todo esto se refleja en nuestras leyes educativas, en las que sistemáticamente se ignoran, se descartan o se minimizan aquellas enseñanzas y experiencias que podrían aproximarnos a eso que podríamos llamar el mundo de los sentimientos y el mundo del espíritu. Y para ello no basta con incorporar una asignatura que se llama Educación Plástica y otra que se llama Religión; no basta, y es contraproducente, con aprender mecánicamente a modelar, bailar o tocar la flauta, ni con asimilar y repetir una doctrina y su catecismo. Me estoy refiriendo a ir mucho más allá.
http://www.otraspoliticas.com/educacion/ni-celeste-ni-terrestre