Sindicalia (VI)

Miércoles, 2 de noviembre de 2011

Hoy sustituimos las visitas por algo, si cabe, más apasionante. Una reunión de la Junta de Personal. O, para ser exactos cual burócrata quisquilloso: una SESIÓN DEL PLENO ORDINARIO DE LA JUNTA DE PERSONAL DOCENTE DE CENTROS NO UNIVERSITARIOS DE SEVILLA, que es como reza en el acta. Ya saben ustedes que, en lo tocante a reuniones, el número de palabrotas que las anuncian es directamente proporcional al tedio prometido. Y a fe mía que casi nunca defraudan.

Allí que nos juntamos todos los representates de la Junta, en el coqueto Salón de Actos de la Delegación Provincial (SAD: las siglas no mienten). Aunque justo es decir que juntar, lo que se dice juntar, no más de lo preciso; cada facción acotando, recelosa, su idiosincrática parcela de butacas.

Se leyó el acta anterior, que no fue del gusto de todos. El representante de USTEA solicitó se eliminara el adjetivo «intenso» que describía el debate de la última sesión, por considerar que se trataba de un jucio preñado de no poca subjetividad y que no hacía al caso. De modo que se convino en extirpar el caprichoso epíteto, no fuera a ser que tanta «intensidad» pudiera sacudirnos la modorra.

Lo más sustancioso del acta hacía referencia a la reunión de los representantes sindicales con el Delegado de Educación. Por lo que se ve, en tan memorable cita se trató el asunto del polémico e intragable Programa de Calidad, programa que el Delegado confesó no haber leído. Es lógico: un Delegado de Educación no tiene por qué leerse los planes y proyectos que se expenden desde la Consejería. Un Delegado como Dios manda delega la lectura a sus subordinados, faltaría más, pues mucho es el trabajo que acarrean el pitanzismo y la inauguración-de-este-pantano. Pedimos, con fervor de fieles, que constara en acta el celo profesional de nuestro guía, con el fin de que a las generaciones venideras no se les hurte el relato de sus ímprobos esfuerzos y dedicación infatigable.

También se habló de ratios desbordadas – ahora que es época de lluvias y anegamientos – en los IES Virgen del Castillo, Caura y, ¿lo adivinan?, Las Aguas (donde la situación ha de ser dramática, presumo). Se mencionó, asimismo, la poca transparencia de las Comisiones de Baremación. ¿O era su falta de rigor? No, no, definitivamente se denunció su manifiesta arbitrariedad.

Concluimos que era necesario levantar acta de las reuniones con el Delegado, lo cual que está muy bien si nos va a regalar perlas tan ensangrentadas como la de opinar sobre aquello que, siendo de su competencia, olímpicamente ignora. Incluso hubo algún guasón que requirió se tomara nota de su verbo incontinente, pues se ve que nuestro prócer es un tanto juramentón y blasfemillo. Dios lo perdone.

El resto se lo ahorro, porque imagino que a estas alturas de la narración estarán ustedes reclamando un tantico de sosiego.

Ah, sí, una cosa más: se eligieron dos representantes por sindicato para la Comisión Provincial de la Convivencia. Con una condición: que titular y suplente fueran de distinto sexo.

Así que elegimos a Francisco y a Ángel, pues que de distintos sexos fueron engendrados.

Pudimos ir en paz.

Miércoles, 9 de noviembre de 2011

Mientras Begoña y Ángel fatigaban otras selvas claustrales, Francisco y yo peinamos la zona del Polígono Norte. Empezamos por el Inmaculada Vieira, que es instituto afín a la cosa [p]iensante y donde uno sólo tiene amigos y hasta más que amigos. De hecho, el Vieira es uno de esos raros y envidiables institutos en los que el claustro en pleno transmite una sensación de indoblegable optimismo. Allí sigue, con destino definitivo,  su más discreto representante. Quizá lo recuerden:

Después del Vieira, todo es necesariamente más difícil. Francisco, que es novicio en estas lides, se asombra de la frialdad con que se nos recibe en el Azahar o en el Llanes. Yo le digo que esa es la norma, y que tal vez los sindicatos se lo han ganado a pulso. Asumida la verdad, Francisco contraataca en cada sala de profesores:

– PIENSA-VOLENS, el único sindicato sin subvenciones.

En la puerta del Llanes, por cierto, hay un azulejo curioso. En él están grabadas estas palabras (cito de memoria):

No volveré a hablar en clase

No hablaré en volver a clase

Hablaré en clase no volver

No volveré a clase

Lo cual que es un frontispicio curioso para un centro de enseñanza, aparte de una simpática vindicación del absentismo y una loesiana muestra de poesía automática.

Cerramos la jornada en el IES Macarena, donde nuestra mercancía es recibida con indisimulado entusiasmo por una amable profesora:

– Ah, PIENSA, estos me gustan a mí – dice, mientras demanda más trípticos y pegatinas.

Explica su vehemencia al resto de los presentes:

– Al menos dicen lo que piensan, no como los otros, que se dedican a lanzar consignas.

En ese «al menos», ay, está el quid de la cuestión.

Humo de Calidad

PIENSA-VOLENS denuncia el nuevo intento de la Consejería de Educación de Andalucía de comprar aprobados con incentivos a los profesores. Pulse en la imagen para más información.

Diario de Campaña: Fin.

Días 11 y 12

El visitador vuelve a su vida normal. Fin de los itinerarios tortuosos, de las carreteras secundarias y el callejeo árabe bajo la lluvia. Fin de las cancelas electrónicas, de los tablones ahítos, de los conserjes recelosos. Fin de los idénticos extrarradios, del caminar en círculos y de las inquisiciones circulares. Fin de campaña.

El visitador vuelve a su vida normal, si es que existe algo semejante. Pues si un grupo de profesores ha creado [PIENSA] es, precisamente, para que lo normal deje de serlo. Para que lo estatuido como normal se convierta en algo deliciosamente otro. Para que la cejiJunta normalidad del Sistema  reviente en una carcajada de amor pánico.

El visitador vuelve a su vida normal. Pero su vida normal es la diaria constatación de que «algo no funciona en el mundo». De que lo asumido como norma es, en realidad, una impostura. Una gran estafa.

Mañana es un día para [pensar], dicho sea con escasa sutileza persuasiva. Podemos elegir la pastilla azul y seguir aceptando la domesticadora caricia de las frases hechas.

O podemos elegir la pastilla roja y descubrir «hasta dónde llega la madriguera de conejos». Y de conejerías.

 

Pensemos, pues.

 

P.S.: Esta mañana visité el Polígono Sur de Sevilla, donde, en algunas zonas, los bloques de pisos parecen cuerpos desustanciados, esqueletos húmedos y amarillos. A quienes trabajan en esas zonas – Norte o Sur, Vacie o Las Vegas – todos mis respetos.

Diario de Campaña: Purgatorio

 

Días 9 y 10

Me cruje la espalda. Quizá una mala postura conduciendo, o un escorzo extraño al escribir estas lacrónicas líneas en el teclado del ordenador.

Me dedico a Sevilla capital y alrededores. Institutos que aún no han sido totalmente logsomizados por la imparable maquinaria política. Islotes en medio del océano mesocrático. Todos en zonas acomodadas, céntricas y – por emplear un anacronismo – burguesas: ésta es la famosa equidad de la que tanto se ufanan nuestros distinguidos gobernantes.

Curiosamente, quienes disfrutan aún el privilegio de enseñar son los más críticos, los más combativos e informados. Muchas conversaciones e intercambios de ideas. Disquisiciones acerca del programa y la deriva pedagógica. Dialéctica.

Pero hay quien, a fuer de ingenioso, resbala:

– Hmmmm… [PIENSA]-Volens… «Queremos pensar». Buen ejercicio, buen ejercicio… Esto está en catalán, ¿no?.

– Es latín. Y, a su vez, el acrónimo de VOLver a ENSeñar. Que es lo que nosotros queremos.

– Ah, estupendo, estupendo… No te ofendas, pero yo voy a votar a Comisiones.

– ¿Por qué me iba a ofender? El voto es libre.

– Son razones personales. Muchos años…

– Como quiera.

Las razones personales son una forma espuria de la razón. Así que me despido.

 

En Santiponce, alguien a quien conozco me dice que se va a asociar:

– ¿Sabes lo que más me gusta de vosotros? Vuestro sentido del humor.

Creo que fue R quien rescató para la campaña esta cita de Billy Wilder: «Si quieres decir la verdad a la gente, sé divertido o te matarán».

De momento, salimos ilesos.

Sigo caminando por las calles de Sevilla. Hoy no hay mucho más para la memoria, salvo este dolor que me atraviesa el espinazo como una descarga eléctrica. Ya está casi todo hecho: las palabras dichas, las imágenes proyectadas, la música sonando. Quedan todavía algunas plazas, en territorios míticos que pocos pisan; más charlas y promesas que aguardan su turno en la antesala.

Cuando llego al coche, una rara intuición hace que me fije en el nombre de la calle.

Purgatorio.

Diario de Campaña: Lolitas.

 

Día 8

Estepa, Osuna, El Saucejo. Niebla, otra vez, como si el mundo fuera un inmueble de próxima construcción.

En Estepa hay un cartel a la entrada: Prohibida la venta ambulante. Me pregunto si esto incluye las mercancías del espíritu, en cuyo caso puedo estar transgrediendo las leyes de la ciudad.

Un profesor:

– ¡Qué buena propaganda tenéis!

– ¿Le gusta?

– Mucho. Y la décima es cachondísima:

Una profesora confiesa que, poco más o menos, así es como escriben sus alumnos. Aventura un giro copernicano en las reglas de la ortografía, por el cual esos diez versos serán muy pronto ejemplo de escritura pulcra y canónica. No se ríe. Es el futuro.

En Osuna me encuentro con  mi amigo F, teólogo y profesor de religión. F es un Demóstenes hiperactivo, un polemista vocacional.

– ¿Qué opina [PIENSA] de la religión? – me espeta, con calculada malicia.

– Que, en ningún caso, debe ser una catequesis.

– Entonces opina lo mismo que yo.

También hablo con S, una profesora de Griego que se parte de risa con nuestras pegatinas. Nos sigue al minuto, dice. Pero, ah, ella también padece esa lumbalgia de la voluntad que se llama desencanto.

– ¿Qué se puede hacer?

– Nosotros, de momento, hemos impugnado el ROC.

– ¿Ah, síiiiiii….?

– Ajá.

Y parece que eso le basta para comprender que se pueden hacer cosas, que hay quienes adoptamos la posición erguida de los [SAPIENS] también en lo que atañe al deseo y las convicciones. Me asegura que va a asociarse.

Acabo la jornada en El Saucejo. Sobre el promontorio se dibuja el tapiz cenizoso del orvallo. Es un día gris, pesante como el rezongo animal de un violonchelo.

En el pasillo que lleva a la sala de profesores me encuentro con tres chicas que charlan alrededor de un pupitre. Hay libros abiertos y cuadernos garabateados. Pero el auténtico libro abierto son ellas. Tendrán catorce o quince años. Las tres visten ropa deportiva, tienen el pelo recogido en una coleta y demasiado maquillaje. Se hace el silencio cuando paso. Pero ya no es un silencio de pit bulls en guardia, sino de lolitas salaces.

– Bueeeenooooo…. – dice una, entornando los ojos.

– Hola – dice otra, mirando desde muy abajo, desde la selva oscura en la que crece el instinto.

– ¿Qué tal? – respondo.

– Bien, ¿y tú? – dice la tercera, forzando una dicción de telenovela barata.

Y noto sus miradas en la nuca, las risas no disimuladas, el inmisericorde poder de los quince años pidiendo la cabeza del Bautista.

Son otras las miradas cuando digo:

– Hola. Vengo a traer información sindical. [PIENSA]-Volens…

– Ah, sí… Mira, allí tienes el tablón.

Ni acción, ni deseo: atrás queda el futuro.

 

 

Diario de Campaña: Laberintos

Día 7

Hoy, en Alcalá de Guadaíra, le pregunté a una mujer joven si conocía el Instituto X. Puso cara de conocerlo muy bien, y de que más le valiera no haberlo conocido.

– De ahí vengo yo, precisamente – dijo.

Me dio indicaciones precisas de cómo llegar, moviendo las manos como una bailaora y dándome detalles de lo que me encontraría a mi paso.

Cuando llegué al confín del pueblo, el Instituto X no estaba allí. En su lugar había un Colegio de Primaria, al final de unas escaleras que eran el corolario burlón de un falso itinerario.

– No, hijo. El Instituto X está en la otra punta del pueblo – me explicó la conserje.

No suelo blasfemar ante desconocidos, por lo que le ahorré a la buena señora una bajada completa del santoral cristiano. Mientras hacía el recorrido inverso, trataba de imaginar las razones que habría tenido aquella mujer, fingida Ariadna, para extraviarme en el laberinto. Tal vez, pensé, venía de una reunión turbulenta con el tutor de su hijo. Quizá me vio pinta de profesor, esa casta despreciable, y disfrutó conmigo la venganza que no podía tomarse con los maestros de su retoño. Luego mis reflexiones se hicieron más complejas y sutiles, empeñado como estaba en penetrar la psique de mi circunstancial guía:

– Qué hiiiiiija de puta….

En uno de los institutos, un profesor comenzó a leer nuestro tríptico.

Al cabo de un rato, dijo:

– No te lo tomes a mal, pero siempre he tenido la impresión de que hay en [PIENSA] algo de elitismo.

– ¿A qué se refiere?

– Este texto, por ejemplo. No creo que lo entiendan la mayoría de los profes.

– Bueno, si es así, tendremos motivos serios para preocuparnos. ¿A usted le gusta?

– Sí, sí.

– ¡Bienvenido a la élite, pues!

 

Ahora echen un vistazo al texto supra y díganme si es más o menos difícil que el Finnegan´s Wake. Que algo así pueda ser ininteligible para la mayoría de profesores sería razón suficiente para cerrar las escuelas. Si entender esas pocas líneas me incluye en una élite, entonces, como diría Morfeo, ¡yo soy el Elegido!

Pero no soy más que el visitador, un forastero engañado, un emisario de la Resistencia.

Un clérigo vagante que, aunque perdido, jamás temió perderse en el laberinto de las palabras.

Vale.

Diario de Campaña: Desencanto y pit bulls.

 

Día 6

Écija, Villaverde, La Luisiana… Empiezo a confundir un pueblo con otro, un instituto con otro. Estos días, también yo soy ese otro que acelera en los polígonos industriales y arrastra su cartelería por un laberinto de casas bajas. Bienvenido al No-lugar.

Para llegar a uno de los institutos debo atravesar un pequeño parque en el que están conversando unos chicos. Al menos cuatro o cinco de ellos sujetan con fuerza una correa que ciñe el cuello nervudo de un pit bull. Se hace el silencio a mi paso, siento la mirada canina y cainita en el cogote. ¡Adelante, peregrino!

Alguien que nos conoce me presenta a T.

– Él nos informa de todo lo vuestro – dicen.

Es la hora del recreo, y T está leyendo con unos alumnos las Coplas de Jorge Manrique. Apreciemos la cualidad simbólica de esta escena sin dejarnos seducir por la nostalgia.

Cualquiera tiempo pasado

Tenemos una conversación amena en este loco locus que es un instituto de secundaria durante la media hora de segmento lúdico. T opina que somos demasiado ambiciosos, lo que es un modo amable de llamarnos utopistas. A mí me extraña que impugnar una norma injusta o proponer otro modelo educativo tenga asimismo su No-lugar en el mundo. Lo que pretendemos es desmontar el paraíso igualitario que sirve de pretexto a una formidable estafa. Pero no podemos hacerlo solos. Nada puede contruirse desde el desencanto, excepto una hermosa película sobre los Panero.

Ved de cuán poco valor

son las cosas tras que andamos

T parece más partidario de insistir en la mejora de las condiciones laborales antes que poner en duda todo el sistema. Sin embargo, creo que acabamos coincidiendo en que una cosa no es posible sin la otra. Haz y envés. Forma y fondo. Doble o nada.

Me ha gustado hablar con T.

Dexemos a los troyanos, que sus males non los vimos…, etc.

Paso por otros institutos, otros pueblos. Afueras. Inhóspitos claustros. Coloco la mercancía en los ordenadores, en las mesas, en las sillas. Observo que en cada centro hay alguna gaceta de [PIENSA] en los tablones, alguna pegatina corrosiva. Hay más románticos en esta fiesta de los maniquíes.

Cuando salgo de La Luisiana me pierdo en un callejeo de naves de uralita y perros famélicos.

– Tu falta de fe…

– Calle, Padre, y déme datos. La fe no va a salvarme de los pit bulls.

Ni del ajeno desencanto.

Diario de Campaña: Los amigos de Peter.

Día 5

Hoy me quedo en Sevilla. Es viernes y estoy cansado de razzias comarcales. Así que jugaré en casa, con el público a favor.

Voy al Beatriz de Suabia, instituto donde hice muchas y buenas amistades. Así, esto no es una visita, sino un reencuentro. Abrazos, qué es de tu vida, a ver cuándo quedamos, besos. Promesas de voto, promesas de almuerzos y excursiones por la montaña. Promiscuidad de otium y nec otium.

Una profesora de Filosofía se deja engatusar por la belleza de nuestros folletos, por la caricatura del Descartes resistente a fuer de [p]iensante.

Tenemos un diálogo de vida-mente cartesiano:

– No parecéis un sindicato.

– No somos solamente un sindicato.

Cuelgo el cartel en el más pulcro y ordenado tablón de toda la provincia. Allí, la evolución letramórfica solicita una melodía de Mussorgski para completar el cuadro. ¿Hay algún músico en la sala?

Hago un receso para desayunar con mi amiga L en La Esquina, donde se despacha la mejor tostá de aceite y jamón que  jamás vieran los siglos.

Le regalo a L un marcapáginas.

– ¿Quién es este chico? – pregunta.

– Es Peter. Es nuestra imagen de campaña.

– Pero, ¿existe?

– Mira, ¿ves lo que pone aquí? [PIENSA]…, luego existe.

 

Hay más conversaciones, más a ver si nos vemos, más recuerdos y parabienes. Hoy, el visitador es visitado en los silos nucleares de su memoria.

Se despide de sus amigos. Desde hoy, muchos de ellos son también Los amigos de Peter.