Yo no leo revistas

Hoy, Aguirre será noticia por su comentario a la hipótesis de que una pesada y hostil trompetería acompañe los sones del Himno en la final del Campeonato de España. Las charlitas de altramuces y botellines, los desahogados foros digitales y los debates televisivos (donde a menudo parece que también despachen birra) harán cumplida glosa del último esperancismo. Desde esta bitácora no queremos alimentar la querella, pero baste recordar la feliz provocación de un buen amigo – barcelonés, para más señas – de la insigne chulapa: “No hay nada más español que un catalán.”

El ruido y la furia de las dossespañas no permitirán un minuto para el análisis de otras frases pronunciadas por la Presidenta, referidas al horario y las sustituciones en los centros educativos. Pero aquí estamos nosotros para transcribirlas:

20 horas son las lectivas, pero las otras 37 (sic), hasta 37, que son 17 y media (sic), tendrían que estar en el centro. ¿Qué van a estar, leyendo una revista? No, no… Hay un profesor que está de baja, tendrán que dar su clase… Eso es lo que ocurre en la concertada y eso es lo que ocurre, en general, en las empresas.

Mire, Doña Esperanza: para portar con chulería castiza la bandera del mérito conviene empezar por uno mismo. Sin ir más lejos, por leerse las leyes vigentes en su propia Comunidad. Si usted misma desconoce en qué consiste la jornada de sus empleados, ¿cómo va a promover su eficiencia? Ningún profesor está 37 horas y media en el centro. Ninguno. Ni en España ni en ninguna otra parte del planeta. Y mucho menos dando clase de cualquier asignatura que se le antoje, como si fuera un ser omnisciente o un Google bípedo dotado de discernimiento. La posibilidad de que a un profesor de Latín se le exija impartir una clase de Matemáticas dice muy poco en favor de una enseñanza supuestamente orientada a la excelencia, como es la que usted asegura defender. Y es que el oficio de enseñar no consiste en apretar tuercas o recoger melones. Tal vez no sea usted consciente, pero con afirmaciones semejantes no hace otra cosa que autorizar el mismo modelo pedagógico del que se declara enemiga. Sí, Sra. Aguirre: el de la malhadada LOGSE. Por cierto, permítame una duda razonable: llámeme loco, pero no estoy seguro de que en una empresa todos los roles sean, como usted sugiere, intercambiables. Me cuesta imaginar que, en un hospital privado, un nefrólogo deba operar a corazón abierto porque el cirujano tiene gripe. O que al contable de Facebook lo ponga Zuckerberg a desarrollar el Sinapsis Media Player.

No voy a explicarle cómo se distribuye el horario de un docente, por dos razones: porque ya lo hice una vez y porque estoy fuera de mi horario lectivo. Si le pica la curiosidad, estudie.

Otra cosa le diré, Presidenta; y, para ello, me voy a poner, con su permiso, más castigador que el mismísimo Pichi: Yo no leo revistas. Leo a Karl Popper, a Revel, a Isaiah Berlin, a Hayek, a Oakeshott, a Nozick. Salvando las galácticas distancias, ¿sabe lo que tienen en común conmigo? Que todos fueron profesores. Piense en lo que usted comparte con ellos, y, si reúne el suficiente valor, decídase a aplicarlo.

Pero no me haga demagogia, Doña Esperanza, que se pone usted muy fea.

Calle del Circo, 41001 Sevilla, España

11 respuestas a «Yo no leo revistas»

  1. La chulería que destilan estos comentarios dejan al Pichi en mantillas, con biberones de agua, azucarillos y aguardiente chulesco. Esperanza tiene un gran nivel , Ud. muestra muy a las claras el suyo. Me avergüenza pertenecer a su mismo colectivo. que lo baj

    1. Con el acaloramiento, se ha quedado usted a medias, estimado alfonso. Lamento que no le haya gustado el tono del artículo, pero había que ajustarse a la madrileña campechanía de Doña Esperanza. A la que, por cierto, en otras ocasiones he defendido.

      Pero hay cosas, me temo, que no tienen defensa posible.

      Gracias por su visita.

    2. Dice Alfonso: «Esperanza tiene un gran nivel»
      Ver para creer. ¿El título nobiliario o sus estudios de alto nivel? Tal vez se refiera a la colocación de ciertos amiguetes en Caja Madrid con el resultado que ahora hemos conocido.

      Si que es una gran liberal, pero se va a pagar con dinero público los desmanes realizados en su Caja Madrid. Estos son los liberales que me gustan, privatizan lo publico que funciona y nacionalizan los fiascos de las empresas privadas.

      En educación la guinda ha sido el intentar traer profesores nativos de asignaturas. Pues claro señora condesa, los que aprobamos la oposición somos unos ignorantes vagos y hay que darnos matarile y sustituirnos por guiris que rindan pleitesía a tan noble señora.

      Que unos bárbaros silban el himno de España, pues se suspende el partido.
      El problema es que somos esclavos de nuestras palabras,

      Con demócratas como esta figura del Museo Arqueológico volverán a mandar los progresistas que nos ha llevado a la ruina económica y cultural.

    1. La única revista que veo en las salas de profesores es Escuela, subvencionada hasta la CEJA; no suelo leer panfletos; es para cortarse las uñas. La de MUFACE pasó a mejor vida. Así que no sé a qué revistas se refiere…¿ha visitado esta señora un instituto en los últimos 20 años? ¿O acaso piensa, como apunta Cerúleo, que nuestras horas sin clase son como en la peluquería a la que tal vez ella vaya, en la que nos ponemos a charlar de chorradas variopintas?

  2. En veinte años de profesión aún no he visto una revista en la salas de profesores por las que he pasado, salvo las infumables ediciones sindicales. Sí he visto la prensa en la que se reproducen con letras grandes las majaderías de tanto político español con alma de cántaro. Los altos pensamientos de la humanidad yacen en tinieblas sepultados y las majaderías de tanto mandarín iletrado van amplificadas por todos los medios. Si doña Esperanza no mostrase con tanto desparpajo su desconocimiento de la profesión docente, quizás no recibiría bofetadas dialécticas como la que Nacho le ha estampado merecidamente.
    Nacho, me siento orgulloso de pertenecer al mismo gremio.
    No dejes de «suministrar fontanedas» a quien se haga merecedor de ellas.

  3. Estupenda y aun moderada respuesta frente al peligro que supone para la profesión docente tamaña incendiaria. Así se empieza, mintiendo u «olvidando» decir toda la verdad; de ahí a que a algún exaltado le dé por linchar a un profesor no hay tanto trecho.

    Por cierto, Alfonso… ¿tú (usted) del mismo colectivo que yo ?. Permítame dudarlo.

  4. La mayor demagoga del centro-derecha español, comparable sin dificultades a sus oponentes de la otra orilla. Pero esto, con ser inadmisible, no es nada comparado con sus habituales mentiras cuando, como en esta ocasión, habla de enseñananza y enseñantes. Les recuerdo: el pasado año declaró sin despeinarse (acababa de volver de su cita semanal con la peluquería y la bibliografía rosa) que un profesor ganaba 2000€. Así, con alegría. Y sálvese quien pueda, que yo ya he soltado la pullita mentirosa. Pero ¿para cuándo, colegas, una rebelión en condiciones?

  5. Todos estos politiquillos, a los que se unen a menudo especialistas y opinantes enloquecidos, no tienen ni la menor idea de lo que es dar una clase, de la intensidad y el desgaste mental-físico que ello implica. Bastaría con dejarles una sola sesión, ¡una sola!, con unos de esos grupos difícles que son norma, o incluso con un grupo de los denominados -atentos al lenguaje- «normalizados», para que entendiesen luminosamente de qué estamos hablando. Cada trabajoo tiene su horario, sus características propias y pedirle a un profesor que en un colegio de la ESO termine impartiendo una media de 25 horas lectivas (pues en las guardias debe dar clase y siempre caen) y además que produzca en el resto de complementarias, que no descanse un minuto,… , que además corrija, se recicle continuamente, planifiique actividades complementarias (excursiones, conciertos, viajes a Londres,…..), que haga actas, programaciones, burocarcias sin números, ¡tutorías!,….. Todo eso lleva directamente, no exagero un ápice, a la muerte en vida o al suicidio.

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