El espíritu nacional (letras)

 

EL ESPÍRITU NACIONAL

Me estoy formando en el Espíritu Nacional.
Y he de decirte que no me va mal,
nada mal.
Lástima que tú no pienses igual,
para vivir juntos en este amor colectivo.

Me estoy formando en el Espíritu Nacional.
Tengo un grito de guerra
y domino una lengua ancestral.
Lástima que no la sepas hablar,
para pasar juntos el resto de nuestros días.

Me estoy formando en el Espíritu Nacional.
Sacudo el árbol
y veo
las nueces
caer.
Lástima que también tú has de caer,
fruto de la lógica revolucionaria.

Me estoy formando en el Espíritu Nacional,
y, al calor de la tribu,
no sé si te podré olvidar.
Presiento que volverá a suceder,
y uno de los dos habrá de helarnos el corazón.

 

JOHN WAYNE

Un paso más y serás hombre muerto,
sólo un paso más y hoy habrá cónclave en el cielo.
Aléjate, no querrás que te quite
lo que pudo ser
y todo lo que siempre fuiste.

Ven: si es pronto para ti,
hoy lo sabrás por fin.
¿Eres o no eres John Wayne?

Te esperaré, dejando atrás la luz del día.
Te esperaré a ti, John Wayne.

Sé que voy mal en todas las apuestas.
Sin embargo, a ti te patrocina
Smith & Wesson.
Tú eres el héroe, yo el forajido.
Sólo un paso más. Un paso más
y estoy perdido.

Ven, si es pronto para mí,
hoy lo sabré por fin.
¿Eres o no eres John Wayne?

Te esperaré, dejando atrás la luz del día.
Te esperaré a ti, John Wayne.

 

TODOS TENDRÉIS PRIMAVERA

Mi novia lee libros de Marx y de Bakunin.
¿Para qué? No lo sé.
Algo cambió
desde que fuimos a aquel Comité para la rebelión.

Y ahora dice que está muy indignada.
Tanto que ya no sé si es sólo con el poder
o conmigo también.

Maldita Revolución,
me has arruinado la vida.
Todos tendréis primavera
y yo me quedo sin ella.

Mi novia lee de claro en claro
y por la noche, alguna vez.
¿Qué es lo que voy a hacer?
Todo empezó con las cervezas
después de votar
No al Capital.
Pude ver cómo miraba,
enamorada,
al líder sindical:
un tipo joven que, además,
no hablaba mal.

Maldita Revolución,
me has arruinado la vida.
Todos tendréis primavera
y yo me quedo sin ella.

Tiempo después,
se convirtió en agitadora habitual
de la gran masa social.
Y, con desdén,
me reprochaba que no fuese al Comité,
que no muriese de pie.

Declaró que no aprobaba mi conducta,
y me llamo burgués,
pijo, fascista y prisionero
del capital.

Recuerdo bien
lo que llevaba el día en que me dejó
para pasar a la acción.
Un mono gris,
la palestina que compró en Louis Vuitton
y unos Manolo Blahnik.

Hice un último intento por retenerla,
pero se fue de mí,
gritando algo de «una playa y un adoquín».

Maldita Revolución,
me has arruinado la vida.
Todos tendrán primavera
y yo me quedo sin ella.

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