Siendo un escándalo, la noticia no es que la Delegación conceda el título de ESO a un alumno con cinco asignaturas suspensas. Tal cosa no es sino el último extravío de un sistema que tiene la aberración como norma. Así, el estupefaciente dictamen de los burócratas educativos podría compartir página con la vaca de dos cabezas o las caras de Bélmez: un suceso que pone a prueba nuestra capacidad de admitir lo inverosímil. La noticia, en realidad, es que a los técnicos junteros les bastó con dar el aprobado a dos asignaturas (Lengua e Inglés) para ceñirse a los requisitos que la obtención de dicho título exige. Dicho en corto: en España, con tres asignaturas suspensas se consigue el Graduado Escolar.
Excepcionalmente, dice la ley. Pero ya se sabe que, en determinadas condiciones, la excepción se convierte en norma. Y, a día de hoy, en muchos institutos se aplica la interpretación más políticamente correcta, por laxa. La salvedad que se contempla para casos especiales acaba extendiéndose a cualquier otro, de manera que, al final, a nadie le sorprende encontrarse por los pasillos con un hato de rumiantes bicéfalos. El alumno en cuestión, además de las dos disciplinas señaladas, también se había dejado por el camino la Biología, la Física y las Ciencias Sociales. Paparruchas. Para la Delegación, esas tres materias suspensas «no impiden la titulación ni menoscaban la formación académica y las competencias necesarias que permitirán al alumno reclamante afrontar una brillante carrera en cualquiera de los objetivos académicos o laborales que se proponga». Como ven, el absurdo es una debilidad de los garantes de la ley. Lógico, puesto que la ley misma se funda en el absurdo. Un estudiante que ha demostrado su incompetencia tanto en la rama humanística como en la científica es, sin embargo, competente para afrontar cualquier reto intelectual que se proponga. Y de manera “brillante”, no vayan a creer. Cuesta imaginar a qué aspirarán los muchachos que aprueban todo en junio, aunque parece probable que el MIT y la NASA estén rondándolos con irresistibles cantos de sirena.
Esto es, simple y llanamente, un fraude. Una gran estafa cuyo motor empezó siendo la mediocridad y a la que ahora sustituye, ufana como acostumbra, la ignorancia. La lección que enseñan nuestros políticos es parecida a la de esos padres que les compran una moto a sus hijos por aprobar el recreo y las excursiones a la Feria del Caballo: no te premiamos por tu valía, ni siquiera por tu esfuerzo. Lo hacemos para que seas feliz. Y nos quieras. Y nos votes. Guapo.
Los profesores asisten al espectáculo con su habitual cautela, ese estupor de los bóvidos simplemente unicéfalos. Rumian su desazón como el que traga sapos, aunque a veces interpongan denuncias y salgan en los periódicos. El complejo de culpa, el hostigamiento más o menos sutil de la inspección, el miedo a verse en la picota de las reclamaciones: muchos son los motivos por las que este gremio aún no ha dado el paso al frente que se precisa para combatir un engaño de semejante calibre. Sin embargo, ejemplos como el del IES Los Álamos hacen pensar que el tiempo de silencio ha terminado, y que el futuro de la enseñanza dependerá, en buena medida, de la resistencia que los profesores ofrezcan a esta infatigable persecución del mérito.
Por fortuna, los padres de Bormujos se han alineado con el claustro frente a la imposición administrativa. Ellos tampoco creen que pueda conseguirse en un despacho lo que no se alcanzó en las aulas, ni que un “defecto de forma” – consecuencia, las más de las veces, de una legislación laberíntica e incomprensible – consiga invalidar la “autoridad magistral y académica” que esa misma ley confiere a los profesores. Como nosotros, no conciben que la estadística y el interés político se antepongan al justo reconocimiento de la valía.
La pregunta es:
– ¿Habrá alguien en Torretriana capaz de entender esta demanda?
– Mu.
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El Claustro de Profesores del IES Los Álamos
P.S.: Antes de remitir este escrito a la Delegación Provincial de Educación, se ha recibido una nueva resolución con fecha 12 de febrero de 2013 que, ante la reclamación interpuesta por la madre del alumno motivada por la no titulación de su hijo, decide otorgarle al alumno reclamante el titulo de Graduado en Secundaria. Por tanto, desde la administración educativa se considera que las tres materias que no se le aprobaron en reclamaciones anteriores (Biología y Geología, Ciencias Sociales y Física y Química) no impiden la titulación ni menoscaban la formación académica y las competencias necesarias que permitirán al alumno reclamante afrontar una brillante carrera en cualquiera de los objetivos académicos o laborales que se proponga.
Estimado Nacho, gracias por seguir manteniendo viva la llama de la crítica sin piedad a esta realidad tan sombría y falsa que es la educación española. Mi versión, teniendo en cuenta lo que este curso una vez más vuelvo a comprobar, es que la verdad es mucho más temible que la que arrojan los informes sobre el fracaso escolar español. Incluso con las leyes vigentes, ¡incluso con ellas!, si se aplicasen con un mínimo de seriedad, el nivel de titulados sería aún más bajo que el de ese 30-33 % que machaconamente nos acredita como un país retrasado, con poca afición al estudio, maleducado, caótico,………..etc. Rondaría me atrevo a decir el 50 % o más de alumnos que no merecen un título, ya que apenas saben hilar dos ideas de forma coherente (muchos ni estar sentados en una silla de forma digna), y desde luego ante una prueba donde tuviesen que dar constancia de su nivel de conocimientos -de acuerdo al Currículo de Secundaria (es decir, lo que se supone que habría que saber, finalizado un 4º de la ESO), en modo alguno la superarían. Naturalmente, eso produce horror al político, y de ahí que llevemos maquillando la realidad, falseándola groseramente desde hace más de tres decadas. No es otra la función que cumple toda la jerga psicopedagógica: desviar, engatusar, confundir, marear,…..: sencillamente mentir. MI aplauso para el Claustro del IES «Los Alamos». Ya va siendo hora de que nos pongamos serios de una vez, seamos autocríticos y salgamos del pozo.
Gracias, amigo. A veces, es difícil seguir remando contra la corriente. Pero, la verdad, estímulos para seguir escribiendo no nos faltan.
Un abrazo.
Son precisos muchos escritos como el tuyo. Hay que concienciar primero a los compañeros abducidos por el logserío. Y soy optimista: se empieza a cuestionar el sistema en el café de los recreos. Es el inicio, poco a poco. Se va recuperando la dignidad profesional. Sí, que sí. Adelante. Rinconcillo.
Y el principal problema es: si ahora ya nadie hace nada para evitar esto, ¿qué sucederá cuando las vacas de dos cabezas consigan ser profesores? (o médicos, o ingenieros, o…)
Es igual que esos cursos que impartieron algunos sindicatos que homologaron con títulos oficiales de Formación Profesional.
Los culpables tienen nombre y apellidos, son políticos y ocupan despachos oficiales.
El objetivo que persiguen es muy claro. Pero terminarán lamentándolo mucho.
En fin, el que pueda, que huya de este país. Que huya de la miseria, la infamia y del escándalo permanente.
Cada vez se escuchan más las opiniones que sostienen que no solo no se están consiguiendo los efectos que se pretendían con la escuela inclusiva sino que, además, se están perdiendo los beneficios o ventajas que proporcionaba la escuela tradicional.
Era de prever, entre otras cosas, porque el planteamiento de partida no era del todo limpio, ya que sobre la función compensatoria de la escuela se superponía otra más utilitaria: acoger a los menores en un recinto mientras que sus padres asistían a sus trabajos. Aunque, a medida que se ha ido aumentando la edad de escolarización obligatoria, y por tanto la edad legal en la que se puede trabajar, la resolución de este problema ha ido generando otros, muchos de ellos derivados de la dificultad de retener a alguien en contra de su voluntad.
Pero este no es el único problema, sino uno más. El gran error de base es que el modelo inclusivo se ha intentado imponer por decreto, sin que la sociedad en su conjunto ni muchos de los que lo tenían que aplicar estuvieran convencidos o preparados para hacerlo, y se ha aplicado conservando muchos de los rasgos de la escuela tradicional, entre ellos la mayoría de las prácticas que conducen inevitablemente a la selección.
Todo ello sin cuestionar la premisa principal: para seguir estudiando, una vez terminada la enseñanza obligatoria, es necesario haber demostrado que se saben ciertas cosas. Y cuando no se demuestra se culpabiliza a la escuela, que al ser inclusiva lo tenía que garantizar y no ha hecho todo lo que debiera para conseguirlo, obviando la responsabilidad de los propios alumnos, sus familias y el resto de la sociedad. Sin embargo, a pesar de la supuesta reducción de las exigencias y los contenidos, a pesar del aumento de los apoyos y del gasto, se mantiene persistente el fracaso escolar.
http://www.otraspoliticas.com/educacion/%C2%BFinclusion-o-seleccion
ANECDOTA
Trabajo en una sedicente universidad y acostumbro a desplazarme en autobús.
Conversación escuchada en el autobús:
Varias jóvenes estudiantes, que se conocen entre sí por ser oriundas del mismo pueblo, mantienen la siguiente conversación:
CHONI: Hola Mari Pili, ¿qué tal estás?
MARI PILI: Pues fíjate que tengo un examen de la mitad de la materia del temario, 10 temas, y al final otro de los diez restantes, y si no lo apruebo, tendré que examinarme de todo en junio. ( La estudiante era de una carrera tradicionalmente conocida por exigir de quienes la cursan una cierta habilidad memorística).
Respuesta de las dos conocidas del pueblo:
CHONI 1 y CHONI 2: ¡¡¡¡qué barbaridad un examen de 10 temas!!!! y si no lo apruebas lo tienes que repetir. Menos mal que nosotras hemos elegido estudiar ¡¡¡MAGISTERIO!!!!.
Absolutamente real.
Mientras que la enseñanza en sus niveles más básicos esté en manos de quienes piensan que la escuela es un entretenimiento y el alumno sólo tiene que ser feliz, pues así seguiremos…. cayendo en picado hacia el abismo.
Auténticos analfabetos titulados y encima en la convicción de que son la generación de españoles mejor preparada de la historia, lo que define su actitud hacia el profesorado que tiene que tratar con ellos.
En las facultades ya se ha incorporado el llamado tribunal de compensación que permite a los alumnos obtener su titulo aunque no hayan superado un determinado porcentaje de las asignaturas, siempre que acrediten un determinado número de convocatorias con las correspondientes asignaturas suspensas.