¿Qué hay en la mochila?

Como saben, la Junta de Andalucía está desarrollando su plan Escuela 2.0, cuyo principal mérito, hasta ahora, es la distribución gratuita de ultraportátiles entre los alumnos de Primaria y Secundaria. Cada ordenador lleva incorporado un banco de recursos didácticos denominado «mochila digital«. Para ser precisos, no es sólo un banco de recursos, sino también un despliegue propagandístico y una demostración palmaria de incompetencia lingüística.

El primer enlace es una presentación institucional del proyecto. Abrimos boca con un video de presentación: clases asépticas de tan impolutas, alumnos que levitan a dos palmos del suelo, paz y música new age. Todo convencionalmente hermoso y beatífico, como mandan los cánones publicitarios. Una frase para la reflexión:

«Ya no se trata exclusivamente de saber. El alumnado ha de saber, pero desde la perspectiva de obtener, interpretar información y transformarla en conocimiento significativo.»

De lo que se deduce que antes de que la Unta se metiera en faena, el saber no se obtenía, no se interpretaba y carecía de cualquier significado.

Un enlace nos lleva a un archivo PDF en el que se explica el, así llamado, «compromiso digital» de las familias. Recomendaciones, normas de uso y una entrañable advertencia:

«El papel de las familias es evitar que se conviertan en huérfanos digitales

Los alumnos y alumnas, se entiende. Porque, en cada documento de esta mochila, el «lenguaje de género» se convierte en una apisonadora capaz de acabar con la competencia lingüística: hijos e hijas, padres y madres, alumnos y alumnas, profesores y profesoras. Cien mil proyectos TIC no suplen la idiocia de estos redactores coeducativos.

Otro punto queda reservado a las Justificaciones Didácticas del Plan. Quizá en el futuro, si la salud lo permite, podamos comentar cada uno de los textos que se aportan como garantes de su excelencia. Por el momento, extracto un párrafo muy significativo de cómo el Plan no consiste sólo en una simple dotación de recursos, sino en la instilación de las mismas pamemas pedagógicas que subyacen en el modelo LOGSE:

«Como apunta Harasim (2000), a diferencia de la actividad tradicional donde el docente dirige la instrucción, da pie a las intervenciones y marca el ritmo de la clase, este nuevo estilo de aprendizaje está centrado en el alumnado y requiere un papel diferente del profesorado, más cercano al ayudante que al encargado de impartir lecciones.

Los profesores y profesoras, de esta forma, pasan de ser unos expertos en contenidos a unos facilitadores del aprendizaje, lo cual les va a suponer realizar diferentes tareas, como son: diseñar experiencias de aprendizaje para los estudiantes, ofrecer una estructura inicial para que éstos comiencen a interaccionar o animarles hacia el autoestudio.»

(http://www.juntadeandalucia.es/averroes/mochiladigital/didactica/tic_agentes_innovacion_educativa.pdf)

Que el maestro ya no deba ser un experto en su materia es algo, para mí, incomprensible. Llevado al extremo, este planteamiento pedagógico supone el fin de la escuela. ¿Qué sentido tiene contratar a quien sabe poco más que sus alumnos? Una vez «ofrecida la estructura inicial» cabe esperar que el profesor desaparezca en silencio, de modo que las «interacciones» con la máquina no queden desvirtuadas por el incómodo componente humano. Así, los colegios e institutos deberían ser demolidos, y los maestros apartados de sus funciones. Toda la inversión necesaria se reduciría a proporcionar ordenadores y conexión internáutica a las familias. Fin del mundo del fin.

Que quede muy claro. Este Plan no es sólo una dotación de recursos informáticos a los centros. En sí mismo, esto sería una consecuencia (tecno)lógica de los tiempos que corren. En el fondo subyace la misma filosofía pedagógica que nos aboca a la quiebra del sistema de enseñanza: trivialización de los contenidos, rechazo del experto, objetivos mínimos. Tan es así que los recursos educativos de la mochila se agrupan en ámbitos, con el propósito, dicen, de acabar con el «aislamiento tradicional de las asignaturas». Esto, que suena hasta bonito, es una decidida apuesta por la ignorancia, perpetrada por quienes son tan demagogos e ignorantes como para asesinar en cada párrafo la Lengua Española. Cuanto mayor es la complejidad de una materia (y todas alcanzan un considerable grado de compejidad en la etapa secundaria) más necesaria es la figura del especialista y menos recomendable la fusión arbitraria de los distintos campos del conocimiento. Lo fragmentario no es profundizar en las disciplinas con el rigor que merecen, sino dar un mero barniz de cada una de ellas so pretexto de «visiones panorámicas e integradoras.»

Todo lo demás es  Reader´s Digest.

Calle del Circo, 41001 Sevilla, España

8 respuestas a «¿Qué hay en la mochila?»

  1. En el llamado ámbito científico tecnológico hay una actividad «Las Matemáticas y la leche» que no tiene desperdicio. El profesor que explica con la frase inicial «ser felices con las matemáticas» da vergüenza ajena; la actividad es de principio a fin bochornosa, la imagen de los alumnos bebiendo leche en la jarra como bestias es totalmente escandalosa.
    Una experiencia propuesta por el ministerio de deseducación que muestra como sus repugnantes teorías de aprender jugando nos ha conducido al puesto que nos merecemos, los últimos de la lista.
    Por supuesto que ahora hay «equidad» desde los diregentes hasta los alumnos y por supuesto sin olvidar al profesor moderno, todos mostrando orgullosamente que estamos en un tunel sin salida.

  2. Lamentable artículo que no merece que se pierda más tiempo con él. Esto de los blogs se ha convertido en el lugar donde las personas que aspiraban a ser periodistas se desahogan y practican…

    El contenido de la mochila es una recopilación de muchos recursos y materiales. Quizás no todo sea aprovechable, pero hay que tenern en cuenta que la mayoría está realizado por compañeros y compañeras que merecen un respeto y una consideración, no comentarios despectivos.

    El vídeo está muy gracioso.

    Adeu

    1. Estimado señor Márquez:

      Está en su derecho de considerar el artículo «lamentable», como es natural.

      Lo que es más discutible es el fundamento de sus juicios y la «profundidad» de su análisis.

      Éste que le escribe nunca quiso ser periodista, por considerarla profesión volátil y escurridiza en la que tanto caben Bob Woodward como Enric Sopena o Sara Carbonero. Que usted, ofendido defensor de las TIC institucionales, reniegue de las bitácoras es, cuanto menos, paradójico.

      Por otra parte, en la entrada no se analizan los recursos didácticos, sino las justificaciones del Plan y el material propagandístico que acompaña a los materiales.

      En cualquier caso, que tales materiales sean obra de «compañeros y compañeras» supongo que no los blinda frente a toda crítica. A menos que el sentimiento corporativo sea obligatorio y tan enconado como las sucesivas intentonas de la Administración por constreñir la libertad de cátedra.

      Reciba un cordial saludo.

  3. Me contaba una compañera que hablando con un cargo de la Junta y quejándose del bajo nivel de lectoescritura de los alumnos, recibe esta respuesta: «Bueno, si no saben leer bien no es tan importante, si ahora todo está en los ordenadores…»

    Esto, con ser terrorífico, no es lo peor. Lo peor es que este caballero llevaba a sus hijos a un colegio privado donde la filosofía era muy pero que muy distinta.

    Estos son los que nos gobiernan, y esto es a lo que nos llevan: para sus retoños, educación tradicional (ésa que denostan tanto en público), para los demás… basura.

    Y todavía hay compañeros que le hacen el juego a este sistema que bajo su apariencia progre esconde lo más reaccionario que vieron los siglos.

  4. «Que el maestro ya no deba ser un experto en su materia es algo, para mí, incomprensible.»

    Por supuesto, porque no lo dice en ningún sitio. Te lo inventas tú. Lo que pone es «pasan de ser unos expertos en contenidos a unos facilitadores del aprendizaje». No pone «dejan de ser». Lo que pone es que es más importante facilitar el aprendizaje que ser experto en contenidos.

    «Llevado al extremo, este planteamiento pedagógico supone el fin de la escuela. ¿Qué sentido tiene contratar a quien sabe poco más que sus alumnos?»

    Lo más curioso de todo es que tenemos contratados más de 100.000 profesionales que no saben poco más que sus alumnos, sino menos que ellos (de competencia digital). Y, para justificar esa absoluta incompetencia profesional, tratamos de evitar la irrupción del más importante invento del siglo XX (que ha facilitado la labor del 90% de los empleos) en las escuelas.

    «En el fondo subyace la misma filosofía pedagógica que nos aboca a la quiebra del sistema de enseñanza: trivialización de los contenidos, rechazo del experto, objetivos mínimos.»

    Esta es la típica frase de quien no se para a pensar seriamente en el asunto: de modo que facilitando y trivializando contenidos tenemos más fracaso escolar que antes. Pura lógica: pongamos contenidos mucho más difíciles, que arreglamos el problema. Raices cuadradas en primer ciclo.

    La raíz de la cuestión son los contenidos obligatorios e iguales para todos: ese es el fracaso. Pero, claro, así nos complicamos la vida menos. Que sigan haciendo 10.000 cuentas a mano en Primaria, que ya verás como dividen mejor, y si no lo hacen es por su mala actitud. ¿Cómo se le ocurre a un niño de la era digital, que maneja fácilmente cualquier aparato tecnológico que muchos no sabemos ni encender, tener mala actitud ante los copiados, los dictados y las miles de cuentas a mano?

    Niño: estudia, que si no no llegarás a esa Universidad de comités KGB para poder trabajar de conserje después de 17 años de tragar basura, sumisión y contenidos inútiles.

  5. Estimado Santosrios:

    En primer lugar, gracias por su visita.

    En segundo lugar, está claro que nuestras interpretaciones del texto no parecen conciliables.

    Ese «pasar de ser» lo leo del mismo modo que en la frase:

    «Pasó de ser un humilde botones a un tiburón de las finanzas». Es evidente, en este caso, que el exitoso broker ha dejado de ser botones.

    Usted considera que en dicho tránsito nada se pierde, lo cual que me alegraría fuera cierto. Pues, cómo no, un experto que facilite el aprendizaje de sus alumnos supone la combinación de dos cualidades verdaderamente notables.

    Más allá de disquisiciones semánticas, lo que se defiende en el artículo es que la condición necesaria consiste en dominar la materia que uno imparte. Ser un maestro, en suma. Da igual el arsenal metodológico de que uno disponga si tales métodos no se sustentan en una formación excelente. Le pongo un ejemplo:

    Hace un par de años, un compañero se hizo cargo de la asignatura de Música en 1º de ESO. Melómano contumaz, su especialidad era Historia. Nada sabía de Lenguaje Musical, ni de los fundamentos sobre los que se construye el discurso sonoro. Transcurridas unas semanas, se animó a preparar una sencilla partitura instrumental con los alumnos. El problema era que no podían pasar siquiera de la primera nota, pues la pulsación rítmica fenecía antes incluso de haber nacido. No entendía cómo tal cosa era posible, hasta que asistí a uno de sus ensayos. Mi compañero daba la entrada al grupo, a voz en grito:

    – ¡1,2,3,4!

    Y lo que seguía era un extraño balbuceo cacofónico. La cuestión es que la obra estaba escrita en compás ternario, por lo que la inapropiada acentuación rítmica de la entrada abortaba el impulso inicial de la música. En cuanto supo dar la entrada correcta, la cosa empezó a cambiar; pero, entretanto, tres semanas de ensayos se habían malogrado por una evidente (y comprensible) falta de preparación.

    Es un ejemplo muy simple, pero bastante ilustrativo. Si aumentamos la complejidad de la obra, saldrían a relucir otros errores de gravedad equivalente.

    En cuanto a la «competencia digital», es un lugar común señalar que los niños son «nativos» y los adultos «inmigrantes». Pero esto precisa matizarse: por cada niño que hace un uso avanzado del ordenador hay, al menos, diez que sólo lo emplean para chatear en Tuenti. Decir que 100.000 profesores son «absolutamente» incompetentes es una evidente exageración, pues, de ser así, ¿cómo es que proliferan tantos y tantos recursos TIC en Internet?

    Aquí nadie pretende evitar que los ordenadores entren en las aulas. Lo que se denuncia es que, bajo tal pretexto, se cuelen de rondón ideas pedagógicas que nada tienen que ver con las posibilidades educativas del mundo digital y sí mucho con una nueva idolatría: la que considera una excelente herramienta como una especie de bálsamo de Fierabrás que, de forma mágica, instilará el conocimiento en las mentes de nuestros alumnos.

    Sobre la trivialización de los contenidos:

    Mantener al alumno en un permanente estadio elemental no contribuye a su desarrollo cognitivo. La pobreza del estímulo, ya sabe. Y aquí el problema es muy serio. PISA nos suele sacar los colores, pero más lo hace el Informe PIRLS. Si tantas cuentas hacen, si tantos dictados, ¿cómo es posible que una vez en el Instituto muchos de ellos lean silabeando, cometan todo tipo de faltas, no comprendan ni una fábula de Samaniego, sufran con operaciones aritméticas básicas? Yo lo vivo día a día como un auténtico drama.

    En lo que estoy de acuerdo es en que los contenidos obligatorios para todos es absurdo. Estos niños que llegan al Instituto sin saber leer están condenados, en un 95% de los casos, al fracaso. Pero la solución no es convertir la Enseñanza Media en una prolongación de la Primaria, sino en entender de una vez por todas que la comprensividad ha fracasado y que, en efecto, son necesarias distintas vías académicas o profesionales en función de capacidades e intereses.

    Un saludo.

  6. Estimado Nacho

    En primer lugar, mi más sincera felicitación por su página y su trabajo. Enhorabuena de corazón.

    En segundo lugar, una pequeña explicación: normalmente leo muchas cosas, pero no tengo tiempo de contestar. Imposible. Únicamente cuando algo despierta mi enfado me lanzo al ruedo, así que sólo hay dos opciones: o no digo nada, o cuando entro al trapo suelo ser el elefante de la cacharrería. Afortunadamente veo que coincidimos en la importancia del debate sobre otros detalles accesorios. En su caso, el enfado viene de una discusión en maestros25, no de su texto, aunque no esté de acuerdo en varias cosas. Para eso estamos.
    ______________________________

    «Pasó de ser un humilde botones a un tiburón de las finanzas”. Es evidente, en este caso, que el exitoso broker ha dejado de ser botones.»

    Esto es una discusión bizantina, pero el exitoso broker no ha dejado de ser botones, es decir, sigue teniendo las capacidades como botones, aunque ahora trabaje como broker. No olvida su capacidad como botones (o como experto) al pasar a ser broker (o favorecedor). La frase correcta para nuestro caso sería «pasó de ser concejal a ser alcalde», donde ahora prima lo de alcalde, aunque siga siendo concejal.

    «lo que se defiende en el artículo es que la condición necesaria consiste en dominar la materia que uno imparte»

    Aquí hay que diferenciar Infantil y Primaria, por un lado, y Secundaria y universitaria por otro. Un maestro/a es como un pediatra, que no domina Traumatología, Neumología ni Oftalmología, pero ejerce su profesión con aprovechamiento. Su frase es cierta para las enseñanzas superiores, pero no para las tempranas.

    «tres semanas de ensayos se habían malogrado»

    Yo no lo veo así. En un sistema de estudios resultadista, en el que prima el problema resuelto correctamente o el texto con cero faltas de ortografía (todas las demás opciones significan «está mal y hay que corregir») puede que sí, pero las estadísticas sobre esta educación resultadista demuestran su absoluto fracaso.

    Desde una perspectiva competencial, considero que en absoluto se han malogrado esas tres semanas: los niños han aprendido que hay problemas que exigen mucho más tiempo y que, a veces, se resuelven solos, o cuando menos lo esperas. Han trabajado en grupo en busca de un fin común, y han aprendido a reconocer lo que está mal musicalmente hablando, porque han convivido con ello. ¿Le parece poco? ¿Cuántas cosas intentamos en la vida, con mucho esfuerzo y dedicación, y luego no salen?

    «Decir que 100.000 profesores son “absolutamente” incompetentes es una evidente exageración, pues, de ser así, ¿cómo es que proliferan tantos y tantos recursos TIC en Internet?»

    Bueno, andamos ya cerca de los 200.000 profesores en toda España. ¿Le parece exagerado un 50%? Yo creo que me quedo corto.

    «por cada niño que hace un uso avanzado del ordenador hay, al menos, diez que sólo lo emplean para chatear en Tuenti.»

    Por supuesto, y eso sin entrar en que en el Tuenti hay que leer y escribir constantemente, además de trabajar sobre la forma de relacionarse con los demás. Pero no olvidemos que, estadísticamente, por cada alumno que va a necesitar de verdad las Matemáticas de instituto (no valen los profesores) hay 99 que no van a volver a ver una inecuación o una bicuadrada en toda su vida. Uno de cada 3-4 clases, y nadie se rasga las vestiduras con el cuento de que sirven para la «apertura mental» y otras zarandajas, y los machacamos con cientos de horas de currículo. ¿Usted ve bien que haya una sola hora de música (o 45 minutos) a la semana en Primaria? Esto sí que clama al cielo.

    «Aquí nadie pretende evitar que los ordenadores entren en las aulas. Lo que se denuncia es que, bajo tal pretexto, se cuelen de rondón ideas pedagógicas que nada tienen que ver con las posibilidades educativas del mundo digital»

    Esto no es exactamente así: las competencias obligatorias empezaron antes que las TIC obligatorias, recientemente creadas. Competencias y TIC están tan indisolublemente unidas que es imposible trabajar las primeras sin las segundas, y es imposible conseguir el verdadero potencial de las segundas si no sirven metodológicamente a las primeras.

    «una nueva idolatría: la que considera una excelente herramienta como una especie de bálsamo de Fierabrás»

    Después de años y años de contenidos obligatorios, años de fracaso continuado que demuestra su obsolescencia, ya va siendo hora de que lleguemos a comprender que lo importante no son esos contenidos, sino la capacidad de adquirirlos.

    Siempre pongo el mismo ejemplo: el error del sistema educativo son la escasa estimulación de las preguntas. Un niño/a debe ser evaluado por sus preguntas, no por sus respuestas.

    Un respuesta sin pregunta previa no es nada. No hay respuestas sin pregunta, pero sí hay preguntas sin respuestas. Cada vez que machacamos a los niños con respuestas que no tienen una pregunta previa en el niño/a estamos perdiendo el tiempo, como demuestran los resultados.

    «Si tantas cuentas hacen, si tantos dictados, ¿cómo es posible que una vez en el Instituto muchos de ellos lean silabeando, cometan todo tipo de faltas, no comprendan ni una fábula de Samaniego, sufran con operaciones aritméticas básicas? Yo lo vivo día a día como un auténtico drama.»

    Exactamente, hacen en torno a 10.000 cuentas A MANO en toda la Primaria. Esto es de juzgado de guardia, y más a tenor de los resultados. Existiendo las calculadoras, es incomprensible que obliguemos a los niños no solo a hacer actividades que no despiertan su interés, sino a hacerlas de la manera más difícil posible. Vamos directamente contra su lógica, igual que cuando escribimos la letra «zeta» y luego le decimos que no se puede escribir la «z» con la «e», o cuando decimos «quinientos» en lugar de «cinco cientos» (como sucede en otros idiomas más sensatos).

    Mis niños/as de 7 años suman, restan, multiplican, dividen y resuelven problemas dos años superiores a su nivel. También escriben redacciones sumamente largas. Si cada vez que hacen un dictado yo les señalo todas y cada una de las faltas, se las hago copiar varias veces, les hago repasar, etc, lo que estoy consiguiendo es que odien los dictados, porque suponen un absurdo trabajo repetitivo para ellos. Si cada vez que lo hacen les felicito esté como esté, les digo que su letra está mejor, o que van cada vez más deprisa, sucede todo lo contrario. Ya irán corrigiendo las faltas ellos solos con la lectura. Incluso en el caso de que no terminaran de hacerlo, no podemos olvidar que la escritura es un instrumento de comunicación, no un cuadro para colgar en la pared.

    Estoy completamente de acuerdo con su afirmación, y con el párrafo final. La Primaria debe ser exclusivamente competencial, para que luego la Secundaria pueda trabajar sobre contenidos concretos.

    Un saludo, y a ver cuándo liamos una buena para exigir más horas de música a la semana: en nuestra vida (y más en la juventud) la música ocupa 3, 4, 5 horas diarias de nuestro tiempo libre. ¿Cuántas ocupan las Mates?

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